de contemplar la nieve deshacerse,
tanto mirar sin ojos el perderse
en fría pluma exangüe mi ventura.
Tanta dócil escarcha que aún fulgura
en el cristal del alba al recogerse,
tanto cándido viento estremecerse
siento en los grumos de la noche impura.
Tanta desnuda luz en la vertiente
de proféticos sueños de la aurora,
tanto algodón de anémona en mi frente,
tanta inocencia en esta turbia hora
en que el corazón gime adolescente
de pronto en una nieve que aún me llora.
R. Scarpa
Foto: J. Benavente
Foto: J. Benavente
Bien por Benavente, don Roque, y bien por ti, Beatriz.
ResponderBorrarQUerida Beatriz: Cada día nos haces un regalo para el alma. Gracias!
ResponderBorrarqué gracioso, el viernes 21 de septiembre, cuando publicaste esto yo estuve en el mismo mirador. Es el cerro la Cruz, cierto?
ResponderBorraren todo caso había sol, se estaba nublando
un beso
Giuseppe Tanino