Amadeo

lunes, 4 de abril de 2011

Certeza


La soledad ingresa en nuestra casa
por el ojo de la cerradura.

Cuando la descubrimos,
ya es tarde:
ocupará su lugar, en silencio,

con la displicente insolencia

de los no-invitados.

Medrará a nuestro coste;

muchos serán los días -o las noches-
en los cuales su obstinación

resulte intolerable.
No conviene impacientarse con ella:

aún puede clavarnos más hondo
los dientes de su presencia.

Sin embargo, apenas advierta

una grieta de alegría

en el muro de nuestra tristeza ,

partirá de inmediato,

muy segura de sí misma
y libre de rencores;

es una buena perdedora.

De todos modos sabe
que,
en cualquier momento,

volverá para quedarse.


Carlos Spinedi
Pintura: Holsoe

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