Cuando era niña le gustaba cubrir con la mano
el cristal de la linterna y mirar a contraluz
el borroso perfil de los dedos, de un rojo acuoso,
los quietos huesecillos como crisálidas,
la seda blanca de la piel.
Constantemente aquel deseo
de que la luz atravesara su carne
y le llegara muy adentro del corazón,
como si ella, toda entera,
fuera un farolillo chino de suave papel.
Con los años entendió, sin embargo,
que siempre es de noche en el centro de la rosa.
el cristal de la linterna y mirar a contraluz
el borroso perfil de los dedos, de un rojo acuoso,
los quietos huesecillos como crisálidas,
la seda blanca de la piel.
Constantemente aquel deseo
de que la luz atravesara su carne
y le llegara muy adentro del corazón,
como si ella, toda entera,
fuera un farolillo chino de suave papel.
Con los años entendió, sin embargo,
que siempre es de noche en el centro de la rosa.
Gemma Gorga
Pintura:Oda Krogh
Beatriz:
ResponderBorrarMe ha gustado esta entrada. Sobre todo el poema, tan universal: ¿quién, siendo niño, no se radiografío la mano?
Acertado trabajo, te felicito.
Saludos,
Cecilio
Una tierna evocación.
ResponderBorrar"...es de noche en el centro de la rosa". Allí se puede descansar, al abrigo de ese ropaje superpuesto, suave y perfumado.
Un abrazo, amiga
Bellísimo lenguaje visual.
ResponderBorrarQue entre la luz, ya todos conocen cómo es el centro de la rosa.
Me encanta esta poeta,gracias por redordarmela
ResponderBorrarPero qué bueno! Me recordé de niño, haciendo lo mismo.
ResponderBorrarEs universal como dice Cecilio, ¿quien no se radiografió alguna vez la mano?
ResponderBorrarUn descubrimiento para mí ha sido la poesía de Gemma Gorga.
Gracias amigos por sus comentarios.
jajajja, ya veo que yo no era la única que me radiografiaba la mano.
ResponderBorrarEl poema, precioso. Creo recordar que anteriormente has puesto ya algo de Gemma Gorga, yo la descubrí entonces, como a Jane Kenyon y disfruto mucho con su lectura.
Gemma me encanta.
eva