Qué buscamos en un poema
sino una certeza,
por temblorosa que sea.
El cobijo del desamparo.
Y la promesa de que no estamos solos.
O si solos, al menos en compañía de los solitarios.
Por eso, a veces, el poeta parece un labrador que,
cavando un surco,
encontrase un cuenco enterrado
y tomándolo en las manos,
tan cuajadas como el barro cocido,
vislumbrara el destello cristalino del agua
que un día alivió la sed de sus ancestros.
Daniel Domínguez
Evan Wilson
¿Acaso podría ser más cierto?
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