Porque éramos amigos y a ratos, nos
amábamos;
quizá para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.
Pusimos un tablero enfrente
equitativo en piezas, en valores,
en posibilidad de movimientos.
Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.
Henos aquí hace un siglo, sentados,
meditando encarnizadamente
como dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre, al otro.
Rosario Castellanos
Pierre Chevassu
Me gustan los partidos porque los partidos, se juegan.
ResponderBorrarcon inteligencia y sin dañar.
ResponderBorrarY si uno se deja perder ya no es digno contrincante. Intensa paradoja.
ResponderBorrarNooo sin dejarse perder.
ResponderBorrarJugar de igual a igual.