He aprendido que yo sólo existo
porque existes tú,
que antes que el yo
ya existía el nosotros
y que ambos formamos
el símbolo eterno
de una lemniscata
que nos permite distanciarnos
sin dejar de ser la misma esencia.
Elegimos un infinito
movimiento cambiante
y sin embargo
permanecemos inequívocamente
únicos e irrepetibles
con la grandeza de nuestra identidad
enlazada en el espacio
sin nudos que nos aprisionen.
La belleza del símbolo infinito es infinita
ResponderBorrarTú sabes el modo en que leemos poesía, abriendo la página al azar y siempre parece que fuese justamente el idóneo para ese día, ese momento. Hoy me desconcierta Begoña. Yo no conozco absolutamente a nadie así. Esta página no la escribió para mi.
Madre mía, me encantaaaaaaaaaaa ... y la imagen, es perfectaaaaaaa ...
ResponderBorrarEres una artista ...
¡Un besooooooooo!!!
Gracias Rosa.
ResponderBorrarYo conozco Ana, yo conozco...