Amadeo

miércoles, 20 de febrero de 2019

Baldío




El niño que fui se asoma furtivo
desde mis ojos al rincón del paisaje.
Entre la dureza austera de los edificios
y la amplia sonrisa colorida de las ventanas
aquel rincón que queda del paisaje
pertenece intacto al niño que fui entonces
y el niño que fui entonces desciende
alborozado de mis ojos, se desliza
entre los juncos, tira piedras a las lagartijas
y salta sobre viejas hojas de zinc
herrumbroso, en un escenario perfecto de girasoles
antiguos. Salgo entonces de allí
y el niño que fui regresa extenuado
y se duerme a la sombra de mis ojos.

Rui Knopfli
Doisneau

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