Pasado el mediodía.
Pasado el cine,
con sus altos muros pesarosos
a punto de venirse abajo,
entro a la huerta.
Terminada la función,
todos se han ido:
los peones, los perros y las puertas.
Delante de una higuera
mi padre está parado.
Mi madre ha muerto.
Los hijos han envejecido.
Él está solo,
hilillos de aire
atraviesan sus ropas harapientas.
Por miedo a acercarme y asustarlo
con mi presencia viva,
quiero pasar de largo.
Él pregunta al extraño,
ahora con pelo blanco:
“¿Quién anda allí?”
“Padre, soy tu hijo.”
“¿Sabe tu madre que has regresado?
¿Vas a quedarte a comer?”
“Padre, desde hace años
tu esposa descansa junto a ti
en el cementerio del pueblo.”
Entonces, como si adivinara todo,
él me llama por mi nombre de niño
y me da un higo.
Así nos encontramos los vivos y los muertos.
Luego, cada quien siguió su camino.
Homero Aridjis
Pintura:Yuri Kugach
Gracias Francisco