Con dedos invisibles, por la noche,
alguien trenza de nuevo los destinos.
Recompone lo roto, le devuelvela armonía perdida a lo imperfecto.Cobran vida las cosas que no fueron,y lo que el mal deshizo, vuelve a ser.Del cerebro dañado surge un ríode aguas siempre tranquilas. De la médulaenferma crece un bosque de hayas, míraloahí, ahí. Lo que no tuvo forma,lo que no llegó a ser, el niño muerto,el destino truncado, un amor triste,todo esto resucita en esos dedosque vibran en la noche. Y así surgela inconstante belleza de este mundo.Y también la del más alláque no conoceremos.
Eduardo Jordá
Kailin Zhao