Hay lugares que,
de tanto imaginarlos,
poco a poco se desplazan,
hasta aparecer un día
en otro punto del espacio.
Así el deseo -ese topógrafo cojo-
dibuja sus mapas a oscuras
cuando las casas aún duermen,
y en cada lecho del mundo
deja una cruz con un nombre,
para que siempre estemos allá
donde otro nos sueña,
y nunca estemos aquí
donde nadie nos nombra.
Alfonso Brezmes