"Hay lugares de la ciudad
que uno descubre por sí mismo
en sus caminatas solitarias
y otros que le son revelados como un regalo generoso
de la amistad o el amor.
Se puede regalar lo que uno más ama,
cierta perspectiva al fondo de una calle,
un parque pequeño junto a un puente, un café,
un club de música, hasta un instante de la luz.
Ese regalo intangible enriquece a quien lo ha hecho
y se vuelve un tesoro enaltecido por el agradecimiento
para el que lo recibe, en un recuerdo
y también en la posibilidad de otro regalo.
En el lugar estará siempre quien nos lo descubrió
y el momento de nuestra vida
en el que gracias a su mediación lo conocimos"
Antonio Muñoz Molina.
Cafe de Amelie en mi cumpleaños, Paris, 2015.
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