domingo, 4 de julio de 2021

Sube muchacha



Sube, muchacha. 

Es el último viaje de la noche. 

Tengo las manos llenas de ciudad callada. 

Atrás quedaron tangos, bandoneones, 

clientes del amor y copa cara. 

Quedó ese ruin motivo de la vida para gastarla. 

Tengo un látigo atroz que a nadie pega. 

Sube, muchacha. 

Atrás quedaron súplicas, promesas, historias desveladas,

cigarrillos fumados tango a tango, recuerdos sin palabras

y rostros amplios de deseos y manos calentadas. 

Quedó la charla inútil con gardeles, 

con ferreyras, con leguisamos -¡siempre!- 

y las caras infladas de negocios muy redondos al borde de unas vacas. 

Tengo un coche muy pobre y con capota. 

Sube muchacha. 

Tu cadera se da a los marineros, 

a los que juegan a tres bandas, 

a los esposos crueles y cristianos,

a los pobres de amor y a los de plata. 

Se dan en turbios rincones oportunos, 

o en sitios con lámparas de pie y porcelanas, 

o en lugares de nadie, o en una simple plaza. 

Tengo un caballo flaco, a lo quijote. 

Sube, muchacha. 

Pero cuando te diste, diste todo. 

Tu cretona, tu sensación de rosa 

y tu frustrada sensación de espina. 

Diste el reír, el cuerpo y la mirada. 

Tengo, también, alguna larga calle con faroles 

y el adoquín con luna en esquina pisoteada. 

Te vio crecer cierto fondín del barrio 

que transpiraba vinos y cebollas. 

Tu cama tenía por dosel las culpas de los otros

y llorabas muy bien lo que llorabas. 

¿Fue por Dock Sur? ¿O fue en San Telmo? 

¿O fue en Boedo, o en la Boca, o en Tablada? 

Nadie te puede averiguar la zona. 

Se sabe que fue un barrio. Casi nada. 

Tengo, además, el pulso firme del auriga 

y un viejo amor por todo lo que amarga. 

Me duele tu regreso como me duele sorprender 

a un pájaro amanecido en una jaula. 

Dame esa tristeza propia de los seres que se acuestan, 

azules, de mañana y toma el látigo y las riendas 

para el último viaje por la ciudad callada. 

Tengo un pequeño corazón de estaño 

dispuesto a sollozar. 

Sube, muchacha.


Mario Jorge de Lellis

Pintura:Fabián Pérez

3 comentarios:

Marcelo dijo...

Qué bueno es venir aquí un martes que sabe a domingo, y encontrar una poesía para luchar contra los elementos. Gracias Beatriz!

Beatrice dijo...

Esa poesía me la presentó un domingo, un señor de la China que vive en Buenos Aires,

Marcelo dijo...

Qué buena recomendación te dio! Aunque tu aceptación habla más de vos que su recomendación, de él.

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