Aprendí a leer sin que nadie se enterara.
Los demás niños seguían balbuciendo las letras cuando
yo hacía tiempo que conocía ya la solidaridad
que teje entre sí los signos escritos,
sus combinaciones infinitas y los sonidos maravillosos
que me habían marcado en ese mismo lugar,
el primer día, cuanda la maestra pronunciara mi nombre.
Nadie lo supo.
Leí como una posesa, a escondidas primero,
cuando me pareció haber superado el tiempo de aprendizaje normal,
a la vista de todos, pero cuidándome mucho
el placer y el interés que la lectura me suscitaba.
La niña frágil se había convertido en un alma hambrienta...
La elegancia del erizo. Muriel Barbery
Pintura: Jeff Larson. Amongst lupines
6 comentarios:
Esa niña soy yo....
el bichito de la lectura metido en vena desde pequeñita...
Un beso, lectora!
Que lindo Beatriz, me hizo acordar a cuando niña.
Te dejo un bso grande y mis deseos de un buen fin de semana.,-)
Qué bonito, leer y saborear su misterio, parar el tiempo mientras el mundo sigue...
Besos amiga
Mi madre me enseñó con el mètodo global de la MONTESSORI ,así que realmente leí antes que los demàs.
Luego ,por el hecho de ser única hija y vivir entre grandes muchas circunstancias del mundo adulto las conocí antes que los demàs.Siempre hay que disimular para ser igual a los demàs ,pués ser distinto siempre es deprimente.
Ya lo creo que el apetito de lectura es insaciable.
Ya me la veo a la titular leyendo los libros que encontraba en su camino y ,quizás a veces ,con la prohibición de la mami.
Todas amigas lectoras, sé que entienden y comparten esta entrada.
Gracias por sus amables comentarios.
Cuando era niña, la lectura me transportaba a otro mundo.
Leía tan ensimismada que no escuchaba cuando me llamaban para almorzar. En la biblioteca del colegio, empecé otras lecturas y eso que era colegio de monjas, pero estaban todos los libros...
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