martes, 30 de mayo de 2017

El amor



El amor es maravilloso y absurdo e, 
incomprensiblemente, 
visita a cualquier clase de almas.
 Pero la gente absurda y maravillosa no abunda;
 y las que lo son, es por poco tiempo, 
en la primera juventud. 
Después comienzan a aceptar y se pierden.

Juan Carlos Onetti
Foto:Borisov

sábado, 27 de mayo de 2017

Quien fuera esa luz.



A lo anodino, a lo carente de belleza,

llegue esa luz redentora
que da grandeza a la vida.
¡Quién fuera esa luz!


Begoña Abad

lunes, 22 de mayo de 2017

Lloró por todo...



Lloró por todo lo que no podía volver a suceder. 
Lloró por su madre haciendo buñuelos de patata. 
Lloró por ella podando los rosales del jardín. 
Lloró por su padre gritando.
 Lloró por el triángulo de vello 
entre las piernas de Suzanne, la maestra.
 Lloró por el olor de una mujer planchando sábanas.
 Lloró por el puchero de mermelada 
borboteando sobre el fogón. 
Lloró porque no podía dejar la granja ni un solo día. 
Lloró por la granja en la que no había niños.
 Lloró por el sonido de la lluvia 
cayendo sobre las hojas de ruibarbo 
y por su padre vociferando: ¡escucha eso! 
Eso es lo que echas de menos
 cuando vas durante meses a trabajar fuera,
 y cuando vuelves en la primavera
 y oyes ese sonido te dices: 
¡gracias a Dios, ya estoy en casa!
 Lloró por el heno que quedaba por segar todavía.
 Lloró por los cuarenta y cuatro años que habían pasado
 y lloró por él mismo.
John Berger,

domingo, 21 de mayo de 2017

La mujer justa



«Era fiel hasta con los objetos.
 Quería guardarlo, conservarlo todo.
 Ése era su lado burgués,
 el rostro noble de la burguesía. 
Quería conservar no sólo los objetos 
sino todo lo que fuese bello, 
amable, valioso, sensato… Ya sabes… 
Quería conservar las costumbres,
 los modos de vida, los muebles,
 los valores cristianos, los puentes, 
el mundo tal como lo habían construido
 las personas con infinito esfuerzo y dedicación,
 con su ingenio y su sufrimiento, 
con sus mentes brillantes y sus manos callosas.
 Para él todo tenía el mismo valor, 
amaba el mundo y quería protegerlo de algo. 
A todo esto los hombres lo llaman cultura.»

Sándor Márai
La mujer justa

jueves, 18 de mayo de 2017

La belleza



Ahora sé que la belleza
es nuestra última compañía.
En medio de su declive
mi anciana madre aún ha sido capaz
de darme, sin pronunciar palabra, su lección final.
Una rosa, hijo,
de vez en cuando,
y, por favor, no olvides decirme
que hoy me encuentras muy hermosa.
Los otros fármacos, a estas alturas,
carecen de importancia.

Rafael Argullol

martes, 16 de mayo de 2017

Miro atrás...



Miro atrás y veo
que han quedado
muchos besos sin gastar
y ya no están los hijos

que fueron los hijos
del amor
ni están la luna y sus periodos
ni más noches de San Juan
ni la luz novicia
que se derrama sobre tu piel
y pide mimos
Felipe Sérvulo
Pintura: Steve Hanks

sábado, 13 de mayo de 2017

Canción para todas las que eres


No solo el hoy fragante de tus ojos amo 
sino a la niña oculta que allá dentro 
mira la vastedad del mundo con redondo azoro, 
y amo a la extraña gris que me recuerda 
en un rincón del tiempo que el invierno ampara. 
La multitud de ti, la fuga de tus horas, 
amo tus mil imágenes en vuelo 
como un bando de pájaros salvajes. 
No solo tu domingo breve de delicias 
sino también un viernes trágico, quien sabe, 
y un sábado de triunfos y de glorias 
que no veré yo nunca, pero alabo. 
Niña y muchacha y joven ya mujer, tú todas, 
colman mi corazón, y en paz las amo.


Eliseo Diego

miércoles, 10 de mayo de 2017

Apuntes




Ahora extiende el brazo.
 Saltas. 
Y le arrebatas
al alegre naranjo florecido
un poco de azahar. 
Luego vienes
hacia mí sonriendo 
y dejas en mí mano
las delicadas flores.


                                  
Alguna vez quisiera
decir con mis palabras 
la hermosura
de este momento nuestro: 
la gracia de tu cuerpo
en el instante de saltar, 
mis ojos que te miran,
el milagro pequeño del perfume.

Eloy Sánchez Rosillo

martes, 2 de mayo de 2017

Tres deseos



Que no escuches otra voz
distinta de la mía- dijiste
soplando el primer fósforo-.

Que nada digas que me hiera 
fue tu segundo deseo - y la oscuridad
nos iba envolviendo poco a poco-.

Que no acabe este sueño,
-susurraste, soplando por última vez-.
Y todo desapareció. 

Y nos encontramos de pronto
en medio de la noche.
Sordos mudos y ciegos.

Alfonso Brezmes
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