lunes, 20 de julio de 2020

Veo , veo



Creo que ya he visto

todo lo que un hombre puede ver.

Vi tres arcoiris juntos en el cielo.

Vi a un padre llorando sobre el plato de sopa.

Vi Venecia.

Vi a un hombre inclinado sobre otro hombre

con un rayo en la mano, haciéndole daño.

Vi a Rulfo, que se apoyó en mi brazo.

Vi a una mujer hermosa

con los brazos en alto recogiéndose el pelo.

Vi la crueldad por aburrimiento

y el heroísmo por orgullo.

Vi a la Muerte pasar a mi lado sin reconocerme

y vi a mi hermano incendiando corazones.

Una noche vi lo que no debiera haber visto.

Vi a la Tierra girando en el espacio y oí su ruido.

Vi el Paraíso, pero me expulsaron.

Vi a una madre jugando con harina.

Vi caer a un gato desde lo alto y matarse.

Vi a un hombre altísimo con manos de relojero

y vi a las silenciosas mujeres de Vermeer.

También vi a Dios, una tarde, en una celda,

pero se fue, y no hubo nada.  


 Mario Paoletti
Foto: Renée Perle

jueves, 16 de julio de 2020

Oda al amor



Una tarde que ya nunca olvidarás
llega a tu casa y se sienta a la mesa.
Poco a poco tendrá un lugar en cada habitación,
en las paredes y los muebles estarán sus huellas,
destenderá tu cama y ahuecará la almohada.
Los libros de la biblioteca, precioso tejido de años,
se acomodarán a su gusto y semejanza,
cambiarán de lugar las fotos
Otros ojos mirarán tus costumbres,
tu ir y venir entre paredes y abrazos
y serán distintos los ruidos cotidianos y los olores.
Cualquier tarde que ya nunca olvidarás
el que desbarató tu casa y habitó tus cosas
saldrá por la puerta sin decir adiós.
Deberás comenzar a hacer de nuevo la casa,
reacomodar los muebles, limpiar las paredes,
cambiar las cerraduras, romper los retratos,
barrerlo todo y seguir viviendo.


María Mercedes Carranza
Giarrano
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