Una mujer y un hombre
que se miran a fines de 1957,
y en el umbral de una casa con luna
preguntan cómo será mi cara.
Alguien que sorprende
en la flor helada del naranjo su destino.
Quien no ha nacido.
Quien ignora todas las cosas.
El que cruza la plaza de noche
y entre la lluvia encuentra
el rostro de sus padres.
Quien conoció una parra,
un patio, un aljibe
que son aún su entraña.
Quien amó una calle.
Quien amó a una mujer
como a sí mismo.
El que está solo.
El que escribe estos versos.
Soy esos seres distintos
y se han ido.
que se miran a fines de 1957,
y en el umbral de una casa con luna
preguntan cómo será mi cara.
Alguien que sorprende
en la flor helada del naranjo su destino.
Quien no ha nacido.
Quien ignora todas las cosas.
El que cruza la plaza de noche
y entre la lluvia encuentra
el rostro de sus padres.
Quien conoció una parra,
un patio, un aljibe
que son aún su entraña.
Quien amó una calle.
Quien amó a una mujer
como a sí mismo.
El que está solo.
El que escribe estos versos.
Soy esos seres distintos
y se han ido.
Rafael A. Téllez
7 comentarios:
¡Qué foto tan tierna! Besos
Bello poema de agradecimiento y reconocimiento
Besos Beatriz
Leer este poema me ha remecido completa y físicamente. Con la poesía no sólo se perciben sensaciones, en ocasiones, incluso empuja.
Un abrazo, amiga ¿Darías una vueltecita a las cinco, por este invierno, de café y tiendas, de sábado, soleado y siempre vendaval? ¡Es mi panorama, pero encantada me doy la vueltecita por tu casi verano y el café que nos lo pongan helado!
Besos.
Bellísimo.
Un abrazo, Beatriz
Gracias Elvira, Pilar, Mariluz.
Encantada Ana, el café está servido.
Somos todos esos seres distintos que soñaron imaginando el rostro de nuestros antepasados y el nuestro al final del camino.
Supervivientes de multitudes que otrora poblaron el mundo.
Somos todos ellos.
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