Llueve en Lisboa y el tiempo es del océano,
un estuario esperándonos,
la saudade de un fado,
el sabor del oporto en el silencio.
Hay una línea metálica del tranvía 12 al cielo,
la urdimbre entre el Chiado y Alfama,
después en el tumulto
bajar entre paraguas serpenteando las kasbahs
y llegar al límite donde el faro
es más que una canción y una esperanza.
Cantará la noche, negra y oscura a la luz de Lisboa.
Es certera la voz que sin saberlo siempre nos nombra.
Fernando Sarría
2 comentarios:
La lluvia, siempre tanm enigmática.
Por fin, llueve en Madrid.
Besoss
Era domingo.
eva
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