Cracovia nublada por la mañana, las colinas humeaban.
En Múnich llovía, los Alpes, invisibles
y pesados, descansaban en los valles como piedras.
Hasta Atenas no vimos el sol que
provocó que el aire, todo el aire,
toda una inmensa flota de aire
se transformara en oro tembloroso.
Como dicen los escritores religiosos: de repente
me convertí en otra persona.
Soy tan sólo un turista en el mundo visible,
una de entre esas miles de sombras que
deambulan por las salas inmensas de los aeropuertos-
y detrás de mí como un perro fiel con sus pequeñas ruedas
tengo a mi maleta verde.
Soy tan sólo un turista distraído,
pero amo la luz.
Adam Zagajewski
Dorssen van Sacha Flannel