Hay lugares que,
de tanto imaginarlos,
poco a poco se desplazan,
hasta aparecer un día
en otro punto del espacio.
Así el deseo -ese topógrafo cojo-
dibuja sus mapas a oscuras
cuando las casas aún duermen,
y en cada lecho del mundo
deja una cruz con un nombre,
para que siempre estemos allá
donde otro nos sueña,
y nunca estemos aquí
donde nadie nos nombra.
Alfonso Brezmes
2 comentarios:
Buen poema, buena música. Me conmovió la letra.
Cuídate.
El deseo, ese topógrafo cojo... Una delicia... Gracias por este estimulante blog...
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