Cuando todos se vayan a otros planetas
yo quedaré en la ciudad abandonada
bebiendo un último vaso de cerveza,
y luego volveré al pueblo donde siempre regreso
como el borracho a la taberna
y el niño a cabalgar
en el balancín roto.
Y en el pueblo no tendré nada que hacer,
sino echarme luciérnagas a los bolsillos
o caminar a orillas de rieles oxidados
o sentarme en el roído mostrador de un almacén
para hablar con antiguos compañeros de escuela.
Como una araña que recorre
los mismos hilos de su red
caminaré sin prisa por las calles
invadidas de malezas
mirando los palomares
que se vienen abajo,
hasta llegar a mi casa
donde me encerraré a escuchar
discos de un cantante de 1930
sin cuidarme jamás de mirar
los caminos infinitos
trazados por los cohetes en el espacio.
Pintura: Kroyer. Taberna en Ravello
3 comentarios:
hermosísimo texto, muy sugerente¡¡¡
"... como el niño a cabalgar en el balancín roto..."
llevo tiempo observando esta maravilla de web.
todo arte¡¡¡
enhorabuena y, si me acoges, hasta pronto :)
saludos desde la sierra de Córdoba, en Andalucía
Pilar
Muchas gracias y bienvenida, un placer tenerte de visitante. Me iré a recorrer tus blogs.
Vives en medio de la maravilla.
Beatriz
Hermoso poema que hace ver imágenes y escuchar sonidos.
Y ese sabor inconfundible de la nostálgia que nos dejan algunos lugares por los que pasamos en algún momento.
Un beso Beatriz.
Publicar un comentario