En este patio han jugado los niños.
Eran un coro alegre que rompía la siesta.
La madre alguna noche contaba cuentos bajo la luna,
mientras su delantal se ahuecaba entre las piernas
por el verdoso peso de las arvejas.
El verano maduraba en las uvas su jugo dulce.
A veces las vecinas venían contando alguna muerte,
y parecía mentira la muerte, bajo aquellos parrales.
Cómo entender la pena ahora,
con estos mismos gatos cruzando los tejados
ya sin nada de infancia en este patio.
Eran un coro alegre que rompía la siesta.
La madre alguna noche contaba cuentos bajo la luna,
mientras su delantal se ahuecaba entre las piernas
por el verdoso peso de las arvejas.
El verano maduraba en las uvas su jugo dulce.
A veces las vecinas venían contando alguna muerte,
y parecía mentira la muerte, bajo aquellos parrales.
Cómo entender la pena ahora,
con estos mismos gatos cruzando los tejados
ya sin nada de infancia en este patio.
Pintura: Antonio Barahona
4 comentarios:
Cuantos patios están llenos de historias tan entrañables como la del maravilloso poema que nos has traído.
Con el tiempo esas vivencias se recuerdan...pero ahora están solitarios.
Un saludo cariñoso
El cuadro, por si mismo, es el poema.
Seguro sintió esto el autor mientras lo ejecutaba.
Por eso la época en que los hijos o nietos son niños hay que gozarla plenamente.
Es lo que más se añora.
Sí,así es, con los años se van quedando vacíos de risas y juegos los patios, pero con el tiempo regresan los trinos y como dice Ana María hay que aprovecharlos.
Ana: siempre pienso cual de los dos será el poema.
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