Camina bajo la solitaria luz crepuscular.
Las ásperas sandalias le astillan los pies.
No lo salva ni del sol ni de la lluvia su atuendo escaso.
La daga del aire le penetra los huesos
y el cielo es un manto lejano y austero.
En Europa, Spinoza pule, lento y paciente,
los futuros cristales de un telescopio.
Entre las casas bajas y las calles de piedra,
Vermeer pinta el rostro ubicuo de Delft.
Frente a la aciaga estufa,
Descartes piensa en la negación del mundo.
Nadie sabe que un hombre, hacia el final de sus días,
recorre, en la intemperie de la tarde,
el paso de Shirakawa.
Nadie sabe que en el rojo horizonte del Oriente
encuentra la milagrosa eternidad.
Basho camina.
El vasto espejo de la montaña le devuelve su cara.
Escucha, impertérrito, el frágil sonido de una laguna,
el húmedo rumor del viento,
la voz pausada de las hojas,
el ciclo interminable de las noches y de los días.
Ha encontrado en el silencio de su mente
el sonido de la naturaleza.
Ha encontrado la cifra del tiempo en un instante.
Cada paso que da es la sombra de una palabra.
Yuang Ma
2 comentarios:
Quién es ese hombre??? Basho!!
Qué maravilla...
Supongo que por la influencia de la imagen que has seleccionado, he leído un poema en amarillo.
Tendré que entrar a mirar sobre su autor, gracias de antemano, Beatriz.
Matsuo Bashō (en japonés,松尾芭蕉) nacido como Matsuo Kinsaku (Ueno, 1644 - Osaka, 28 de noviembre de 1694), fue el poeta más famoso del período Edo de Japón. Durante su vida, Bashō fue reconocido por sus trabajos en el Haikai no renga (俳諧の連歌).1 Está considerado como uno de los cuatro grandes maestros del haiku ,2 junto a Yosa Buson, Isa Kobayashi y Masaoka Shiki;3 Basho cultivó y consolidó el haiku con un estilo sencillo y con un componente espiritual. Su poesía consiguió renombre internacional, y en Japón (wikipedia)
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