Es promediando mayo, recargado de lluvias,
cuando el copihue sacude su roja enagua
su apretado faldellín de abeja, su cintura
de dama antigua, su anticuado traje de cola,
su larguísima túnica hindú de seda y púrpura
que le viste totalmente de barba a tobillo.
Es en el mes de mayo cuando ella asoma
tímida y cautelosa por entre las celosías
de las movibles hojas, cubierta de rubores,
alta y fina de talle, ilustre y distinguida,
inexistente el pie soñado bajo de su campana,
sólo el aura que la vigila la transporta.
Con su traje de gala acude a las fiestas
de La Frontera. A los memorables bailes
del mes de junio. El Sur, barbudo y silvestre,
la toma en brazos y, bien ceñido a su talle,
ensaya con ella una zarabanda de pies perdidos,
una larga y agotadora danza de treinta días.
En la Imperial del Sur es esta orgía.
Tiembla el techo del cielo, se hunde el piso
de ramas aturdidas. El viento intemperante,
sin compostura y brusco como un arriero,
quiebra las copas, sacude la verde alfombra
y la azorada reina, tan ceñida y erguida,
qué incómoda debe de sentirse en esta orgía.
En La Imperial es el desbordamiento,
el océano escarlata entre las altas copas.
cuando el copihue sacude su roja enagua
su apretado faldellín de abeja, su cintura
de dama antigua, su anticuado traje de cola,
su larguísima túnica hindú de seda y púrpura
que le viste totalmente de barba a tobillo.
Es en el mes de mayo cuando ella asoma
tímida y cautelosa por entre las celosías
de las movibles hojas, cubierta de rubores,
alta y fina de talle, ilustre y distinguida,
inexistente el pie soñado bajo de su campana,
sólo el aura que la vigila la transporta.
Con su traje de gala acude a las fiestas
de La Frontera. A los memorables bailes
del mes de junio. El Sur, barbudo y silvestre,
la toma en brazos y, bien ceñido a su talle,
ensaya con ella una zarabanda de pies perdidos,
una larga y agotadora danza de treinta días.
En la Imperial del Sur es esta orgía.
Tiembla el techo del cielo, se hunde el piso
de ramas aturdidas. El viento intemperante,
sin compostura y brusco como un arriero,
quiebra las copas, sacude la verde alfombra
y la azorada reina, tan ceñida y erguida,
qué incómoda debe de sentirse en esta orgía.
En La Imperial es el desbordamiento,
el océano escarlata entre las altas copas.
Juvencio Valle
Pintura: Annie Hugues
5 comentarios:
De acuerdo a la cultura mapuche, esta es la historia del copihue...
( recogida por el escritor Oscar Janó)
Hace muchos años, cuando en Chile la tierra de Arauco era habitada por pehuenches y mapuches, vivía una hermosa princesa, llamada Hues, y un vigoroso príncipe pehuenche, cuyo nombre era Copih.
Pero, lamentablemente, sus tribus estaban enemistadas a muerte. El mayor de los problemas era que Copih y Hues se amaban y para verse sólo podían encontrarse en lugares secretos de la selva. Sin embargo, un día los padres de ambos se enteraron y se enfurecieron... y no se quedaron de brazos cruzados.
Copiñiel, el jefe de los pehuenches y padre de Copih, y Nahuel, jefe mapuche y padre de Hues, se fueron cada uno por su lado hasta la laguna donde ambos enamorados se encontraban.
El padre de Hues, cuando vió a su hija abrazándose con el pehuenche, arrojó su lanza contra Copih y le atravezó el corazón. Tras esto, el príncipe pehuenche se hundió en las aguas de la laguna. El jefe Copiñiel no se quedó atrás e hizo lo mismo con la princesa, la que también desapareció en las aguas de la laguna.
Ambas tribus lloraron por mucho tiempo. Y cuando pasó un año, los pehuenches y mapuches se reunieron en la laguna para recordarlos. Llegaron de noche y durmieron en la orilla.
Al amanecer, vieron en el centro de la laguna un suceso inexplicable. Del fondo de las aguas surgían dos lanzas entrecruzadas. Una enredadera las enlazaba, y de ella colgaban dos grandes flores de forma alargada: una roja como la sangre y la otra blanca como la nieve.
Así, las tribus enemistadas comprendieron lo que sucedía. Se reconciliaron y decidieron llamar a la flor copihue, que es la unión de Copih y de Hues. Ésa es la historia de nuestra flor nacional.
Es muy bonita la flor, la historia también Beatriz, un poco triste pero demuestra que hay amores eternos, y ante eso se tuvieron que rendir los que no los supieron comprender.
Un abrazo
No se porqué razòn mi madre ,cuando era chiquita ,me decía mi"pehuenche".
Mi cariño por los indios proviene de mis padres que conversaban sobre la hubicación de las distintas tribus en el territorio americano,
Dime ,los pehuenches no cruzaron la cordillera también y llegaron a MENDOZA?
Me hubiera tenido que decir mi minuanita que eran los minuanes los de mi zona pero no ,no se porqué razòn me decía mi pehuenche.
Te contè que en EL BOLSON en agradecimiento me regaló un poncho una tribu mapuche.Los ayudè con un tema jurìdico muy importante para ellos.
Que bonita poesía la que publicaste.
Tienes razón Inés, es triste pero bonita, el copihue está protegido en su venta porque es muy difícil de cultivar, necesita sombra y humedad, crece en la selva valdiviana, en el sur de Chile y en la Araucanía.
Sí Ana María los pehuenches cruzaron a Argentina y viceversa, viven aún en la región de TrapaTrapa em la cordillera y viven del fruto de la araucaria: el pehuén.
He estado en febrero en El Bolsón, es muy bonito, en la fiesta del lupino y qué calor que hace allí.
Tienes razón Inés, es triste pero bonita, el copihue está protegido en su venta porque es muy difícil de cultivar, necesita sombra y humedad, crece en la selva valdiviana, en el sur de Chile y en la Araucanía.
Sí Ana María los pehuenches cruzaron a Argentina y viceversa, viven aún en la región de TrapaTrapa em la cordillera y viven del fruto de la araucaria: el pehuén.
He estado en febrero en El Bolsón, es muy bonito, en la fiesta del lupino y qué calor que hace allí.
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