martes, 16 de agosto de 2011

El poeta de este mundo


a René—Guy Cadou

Poeta de nombre claro

como un guijarro en medio de la corriente
reunías palabras que eran pedernales
de donde nace un fuego que no es olvidado.
René-Guy Cadou, amigo del tonelero, el cartero,

el aduanero y el contrabandista,
vivías en una aldea de seiscientos habitantes.
Allí eras profesor rural,
el peso del olor del jardín vecino

sofocaba la sala de clases
como a la sala de clases

donde tu padre había sido maestro.
Te gustaba hablar con la gente

de cara parecida a ollas de greda.
caminar descalzo,
ver jugar a las cartas en la taberna.
En la noche a la luz de un fuego de espino
abrías un libro mientras Helena cosía
(“Helena como una gota de rocío en tu vaso”).
Tenías un poeta preferido para cada estación:
en otoño era Verlaine,

la primavera te traía todas las rosas de Ronsard,
el invierno llegaba con el chirriar

del carruaje del Grand Meaulnes
y la estación violenta
el ruido de espadas entrechocándose

en una posada de Alejandro Dumas.
Tú nunca estabas solo,
te iluminaba el recuerdo de tu padre

volviendo de caza en el invierno
Y mientras tus amigos iban al Café,
a la Brasserie Lipp o al Deux Magots,
tú subías a tu cuarto
y te enfrentabas al Rostro radiante.

En la proa de tu barco
te asomabas a ver los caminos

de tu país de hadas y pantanos,
caminos trazados como las líneas

de un cuaderno de copia.
Tus palabras llegaban
como pájaros que saben que siempre hay

una ventana abierta al fin del mundo.
Y los poemas se encendían como girasoles
nacidos de tu corazón profundo y secreto,
rescatados de la nostalgia,
la única realidad.

Tú sabías que la poesía debe ser usual

como el cielo que nos desborda,
que no significa nada si no permite a los hombres

acercarse y conocerse.
La poesía debe ser una moneda cotidiana
y debe estar sobre todas las mesas
como el canto de la jarra de vino

que ilumina los caminos del domingo.
Sabías que las ciudades son accidentes

que no prevalecerán frente a los árboles,
que la poesía no se pregona en las plazas

ni se va a vender a los mercados a la moda,
que no se escribe con saliva,

con bencina, con muecas,
ni el pobre humor de los que quieren

llamar la atención con bromas

de payasos pretenciosos
y que de nada sirven
los grandes discursos tartamudos

de los que no tienen nada que decir.
La poesía
es un respirar en paz
para que los demás respiren,
un poema es un pan fresco,
un cesto de mimbre.
Un poema
debe ser leído por amigos desconocidos
en trenes que siempre se atrasan,
o bajo los castaños de las plazas aldeanas.

Pocos saben aquí lo que es un poema,
pocos han puesto su cara al viento

en medio de un trigal;
pocos saben lo que es un poeta
y cómo debe morir un poeta.
Tú moriste en un cuarto

en donde se congregaba toda la primavera
mirando un cesto con manzanas.
“He visto morir a un príncipe”
dijo uno de tus amigos.

Y este Primero de Noviembre
cuando me rodean los muertos

que siempre están conmigo
pienso en tu serena y ruda fe
que se puede comprender
como a una pequeña iglesia azul de pueblo
donde hay un párroco que no pide

sino compartir su pan.
Tú hablabas con tu Dios
como al pobre hijo de un carpintero,
pues también sabías que se crucifica

todos los días a un poeta
(Jesús tenía treinta y tres años,
Jean Arthur también era Cristo
crucificado a los treinta y siete).
Pero a ti no te importaba

que te escupieran la cara o te olvidaran
porque como tú lo decías,

nadie puede impedir a un pájaro

que cante en la más alta cima,
y el poeta derribado
es sólo el árbol rojo

que señala el comienzo del bosque.


Teillier

Pintura: Judy Crowe

6 comentarios:

Escribir es seducir dijo...

ES PRECIOSO

LA IMAGEN MAJESTUOSA

LA VIDA DE LOS POETAS RESUMIDA EN UN POEMA

SALUDOS

Beatrice dijo...

Gracias Ecribir.

Ana dijo...

Qué alegría el hecho de contar con la amistad de Teiller, no me extraña la sencillez de sus amigos, tuvo que ser así y se ve tan claro en este poema...
Esta "carta" es de las que nunca llegaron y que tampoco lo hubieran precisado...
Hay una palabra que ronda en mi mente: "confianza". De sólo escribirla me siento ingenua pero nada habrá como sentirla. Ésto me inspira Teiller.
Un abrazo amiga, llevo un par de días dando vueltas sin rumbo, pero estoy.

Marcelo dijo...

Pensaba destacar cada verso hasta que me di cuenta que todo el poema es una belleza. Te imaginas recibir una carta como esta?
Un beso Beatriz

Beatrice dijo...

Ana: estoy contigo, como ese puente, siempre y con Teillier que ayuda en todo momento.

Marcelo: tienes razón, todo el poema es una belleza, así son los poetas que me gustan.


« Et maintenant cherche ta vie ».
René Guy Cadou.

ana maría parente dijo...

La vida cotidiana tan bien relatada y vida cotidiana de un ser sencible y generoso.....

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