lunes, 12 de diciembre de 2011

Estatua griega


Con la ayuda de la gente y otros elementos
el tiempo ha hecho con ella un buen trabajo.

Primero eliminó la nariz,
después los genitales.

Luego los dedos de las manos y los pies,

con el paso de los años los brazos, uno tras otro,

el muslo derecho y el muslo izquierdo,

los hombros, las caderas,
la cabeza y las nalgas,

y lo ya caído lo ha hecho pedazos,

escombros, residuos, arena.

Cuando así muere alguien vivo,

brota mucha sangre tras cada golpe.

Las estatuas de mármol, sin embargo,
mueren blancamente
y no siempre del todo.
De ésta que hablamos ha quedado el torso

y está como contenido en el esfuerzo de la respiración,

porque ahora debe
atraer hacia sí
toda la gravedad y la gracia
del resto perdido.
Y eso lo consigue, eso aún lo consigue,
sigue y deslumbra,
deslumbra y perdura.

El tiempo también merece una mención elogiosa,
porque ha hecho una pausa

y algo dejó para después.


Wislawa Szymborska
Torso de Hércules

4 comentarios:

Escribir es seducir dijo...

REALMENTE PRECIOSO Y MINUCIOSA LA ELECCIÓN

SALUDOS

Clarissa Rodriguez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Clarissa Rodriguez dijo...

Qué inquietante metáfora!
Sin duda alguna, día a día algo de nosotros mismos va quedando en el camino. Algo de nuestra propia sangre y carne, pero también algo de nuestras urgencias, temores y aprensiones.
Hay también una noble belleza en la trayectoria de la vida humana.

Bellísimo texto!

ana maría parente dijo...

La belleza es perdurable tanto en el todo como en las partes.
En este caso las partes concentran la magnificencia del todo.

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