Levantarse temprano
y comprobar que todo sigue igual,
que las ventanas no han envejecido tanto
durante la noche
y que el pan de ayer sigue tierno
para los dientes de leche del nuevo día,
que en la cocina perdura el olor áspero del curri,
el olor de nuestras manos preparando la cena,
preparando el amor bajo el lienzo blanco de la harina,
que los libros todavía conservan,
tozudos, memoria de las palabras,
que todo está en fin donde tiene que estar,
desde los huesos hasta las mariposas,
pasando por los meridianos y por los silencios,
que ocupan la exacta latitud celeste
donde alguien los dibujó.
Y así cada día idéntico trabajo
para pasar del ayer al hoy,
para atravesar las oscuras aguas
de la noche con éxito
y volver a comenzar
como si nada hubiera pasado
–más que un poco de tiempo,
el fango de los segundos.
Y así hasta que una noche embarquemos.
Pero será otro ya el río
y será otro el barquero.
Para entonces, dime,
¿quién mantendrá el nombre,
quién resguardará el olor
de todo aquello que hemos sido,
que por nosotros ha vivido,
qué mirada recogerá las ventanas,
el pan, las manos, la memoria, los libros?
¿Qué lodo se atreverá a anegar tanta vida?
Genma Gorgay comprobar que todo sigue igual,
que las ventanas no han envejecido tanto
durante la noche
y que el pan de ayer sigue tierno
para los dientes de leche del nuevo día,
que en la cocina perdura el olor áspero del curri,
el olor de nuestras manos preparando la cena,
preparando el amor bajo el lienzo blanco de la harina,
que los libros todavía conservan,
tozudos, memoria de las palabras,
que todo está en fin donde tiene que estar,
desde los huesos hasta las mariposas,
pasando por los meridianos y por los silencios,
que ocupan la exacta latitud celeste
donde alguien los dibujó.
Y así cada día idéntico trabajo
para pasar del ayer al hoy,
para atravesar las oscuras aguas
de la noche con éxito
y volver a comenzar
como si nada hubiera pasado
–más que un poco de tiempo,
el fango de los segundos.
Y así hasta que una noche embarquemos.
Pero será otro ya el río
y será otro el barquero.
Para entonces, dime,
¿quién mantendrá el nombre,
quién resguardará el olor
de todo aquello que hemos sido,
que por nosotros ha vivido,
qué mirada recogerá las ventanas,
el pan, las manos, la memoria, los libros?
¿Qué lodo se atreverá a anegar tanta vida?
Pintura:Steve Hanks
5 comentarios:
Quien merece estas líneas, es irrepetible. Bendito don!
Un abrazo.
Atravesar las oscuras aguas de la noche..........ufffff es quizás el peor momento del día en determinadas épocas vitales..... en otras da rabia como avanza el reloj de la mesita......
Es un placer seguir disfrutando sus poemas.
Un abrazo.
Mejor no pensar en desaparecer.
Ya tendremos tiempo.....
Huyamos del "barquero" mientras tengamos tiempo.
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