miércoles, 3 de octubre de 2012


 The last prayer had been said,
and it was time to turn away
from the casket, poised on its silver
scaffolding over the open hole
that smelled like a harrowed field.

And then I heard a noise that seemed
not to be human.  It was more like the wind
among leafless trees, or cattle lowing
in a distant barn.  I paused with one
hand on the roof of the car,

while the sound rose in pitch, then
cohered into language: No, don’t do this
to me! No, no…!
 And everyone
stood where they were, unsure
whether to stay, or to leave me there.  
_________________________________

La última oración había sido dicha
y era hora de alejarse
del ataúd, en sereno equilibrio sobre su andamiaje
plateado junto al agujero abierto
que olía como un campo recién gradado.
Y entonces oí un ruido que no parecía
humano. Era más bien como el viento
entre los árboles sin hojas, o como el ganado mugiendo
en un establo lejano. Me detuve,
con una mano sobre el techo del coche,

mientras el sonido subía de tono, y luego
adquiría coherencia verbal: “¡No, no me hagan
esto a mí! ¡No, no…!”. Y cada uno de nosotros
permaneció donde estaba, dudando entre
quedarnos o dejarla allí.

Jane Kenyon / Hilario Barrero
Foto: Bob Clarke


13 comentarios:

Beatrice dijo...

Busco una palabra para definir este poema y no la encuentro...

Beatrice dijo...

Yo me he alejado más de una vez con este sentimiento del cementerio.

Busco el adjetivo, lo busco y no lo encuentro...

eva dijo...

Desgarrador!!!!

eva

Anónimo dijo...

Beatriz:
¡Cuántas veces la duda! Sí, la duda que deja las manos atadas a la hora de tomar una decisión,pese al olor de la tierra o de la sangre. Pero en este caso es el fotógrafo quien nos resuelve la duda entre vida y muerte. Nos dice —¡Vive, es ella, ahí está!
Un beso,
Cecilio

Beatrice dijo...

Gracias, Eva, ese es un buen adjetivo para este terrible poema.

Te extrañabamos por el blog ¿todo bien? ¡Dios quiera que sea así!

Beatrice dijo...

Gracias Cecilio, pero parte del corazón, quedará bajo tierra.
Un abrazo

EG dijo...

cómo duele ese final!!!

dejarla ir...siempre

Ana dijo...

También siento ese abandono, esa impotente renuncia, una cesión forzada...
Ya necesitaba a Jane Kenyon.

eva dijo...

Si,Beatriz, gracias a Dios todo bien.

Saludos.

eva

Clarissa Rodriguez dijo...

Es estremecedor, como un sobrecogimiento o sobresalto.
Un presagio.

Temores que nos invaden ante el misterio de la muerte. Pero hacia allá vamos todos, despacio, pero sin pausa.

Por eso, ¡gracias Dios por el milagro de la vida!

Beatrice dijo...

Y esta fotografía, estaba esperando a este poema de Jane Kenyon/Hilario Barrero.
Gracias a todos.

ana maría parente dijo...

A mi me pasó algo patético cuando falleciò mi madre.
Falleció de golpe ,yo habìa viajado ese día para estar con ella.Estaba en cama por ancianidad pero no enferma de gravedad.
Su muerte fué sorpresiva y estaba hablando conmigo y mirando TV.
Inmediatamente ,la velamos en su casa,vienen sus amistades y familiares y rezan el rosario.
Fué algo rarísimo yo oí a mi madre rezar ese rosario.
La voz provenía de arriba de una sobrina nieta de ella hija de una sobrina que quería mucho.Estaba muy identificada con el carácter de su sobrina y la hija de su sobrina.Tenían caracteres afines.
En forma disimulada me puse al lado de esta chica y oía desde arriba la voz clara de mi madre.
Luego tuve dos episodios ,un dìa que fuimos por la muerte de un hermano de mi padre ,entré a la casa que estaba en oscuras(habìa cortado la luz ) iba a encender la llave por un pasilo y en eso un candelabro salta de arriba de un mueble.Pero yo adelante de ese mueble no habìa pasado.
Recordaba que mi madre ni bien se apagaba la luz encendía las velas y habìa dejado numerosos posavelas artesanales de su factura.El otro fué la rotura de un vaso que habìa lavado.Había ido a visitarme una señora que no era muy de su agrado ese día.
Pienso que es nuestra propia sugestión que nos hace ver cosas o nuestro propio cerebro nos sugestiona por una ausencia que a lo mejor no comunicamos debidamente que nos afectò mucho.

Beatrice dijo...

No se si lo he contado, pero debido a la neblina, el avión no partió y no pude asistir al funeral de mi madre, pero esa noche, tal como lo habíamos acordado en vida, mi madre se me presentó a la misma hora en que había fallecido la noche anterior.
Fué cosa de segundos, pero un gran alivio su despedida y la confirmación que algo existe después de la muerte.
Son más usuales de lo que pensamos las experiencias como las tuyas, Ana María

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