Escogí el libro al azar
en la estantería , pero con la primera frase
de Navokov me di cuenta de que no era
lo más apropiado para leer a un hombre moribundo.
Empezaba así: la cuna se mece sobre el abismo
y el sentido común nos dice que nuestra existencia
no es más que un breve destello de luz
entre dos eternidades de oscuridad.
Las palabras nos perturbaron a los dos inmediatamente
y me detuve. Con la música ocurrió lo mismo-
el concierto para piano de Chopin- me pidió
que lo quitara. Dejó de comer y bebió
un poco mientras que los tumores se apropiaban
rápidamente de lo que quedaba de él.
Pero, volviendo a la cuna que se mece, creo
que Navokov estaba equivocado. Este es el abismo.
Esa es la razón por la que los bebés chillan al nacer
y los moribundos tienden la mano
a algo que sólo ellos pueden alcanzar.
En el final, no quieren tener las manos
bajo las mantas, y si pusieras tu mano
en la suya, en un gesto indeciso
de solidaridad, ellos la retirarían
y deberás respetar ese deseo
y dejarles que la liberen.
Jane Kenyon / Hilario Barrero
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I chose the book haphazard
from the shelf, but with Nabokov's first
sentence I knew it wasn't the thing
to read to a dying man:
The cradle rocks above an abyss, it began,
and common sense tells us that our existence
is but a brief crack of light
between two eternities of darkness.
The words disturbed both of us immediately,
and I stopped. With music it was the same--
Chopin's Piano Concerto--he asked me
top turn it off. He ceased eating, and drank
little, while the tumors briskly appropriated
what was left of him.
But to return to the cradle rocking. I think
Nabokov had it wrong. This is the abyss.
That's why babies howl at birth,
and why the dying so often reach
for something only they can apprehend.
At the end they don't want their hands
to be under the covers, and if you should put
your hand on theirs in a tentative gesture
of solidarity, they'll pull the hand free;
and you must honor that desire,
and let them pull it free.
Jane Kenyon
Pintura:Deborah de Witt
4 comentarios:
Vértigo me causó, pero es francamente hermoso, profundo el poema.
Las personas que cuidan familiares o amigos enfermos, deberían ser, en muchas ocasiones, tratadas a su vez. Hay una mezcla de amor, odio a la enfermedad, resignación, coraje, lucha y fuerza desmedida que nos deja huella de por vida. Gracias a Dios las victorias superan a las derrotas pero, aún así, nadie venció jamás la vejez.
Así es, yo creo que ellas también se enferman. Es un poema muy profundo, traducido por Hilario, magistralmente como siempre.
El que queda se aferra al que se va y no lo deja partir, llega un momento que el moribundo ve algo, nombra a sus seres queridos que ya han partido y no quieren otra cosa que el reencuentro.
Desgarrante pero cierto y profundo.
Es un tremendo poema.
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