Inquieta encontrar la niñez
refugiada en viejas fotografías
familiares que nunca has visto.
Extraña ver el ser que fuiste
en los brazos de un padre
joven, fuerte, ajeno.
Tras las fotografías,
la memoria se habita
de días lejanos.
Y aunque a estas alturas
ya sabes que el tiempo
‑impetuoso, justo,
cristalizándote los huesos-
tiene sus sílabas contadas,
necesitas ser de nuevo aquella niña.
Dejadme que intente descubrir
en su mirada única
un aire de familia,
una niñez con perfume de juegos
que salga de los posos del ayer,
un rastro de mí misma
que me haga creer
que todavía estoy a salvo. En casa.
refugiada en viejas fotografías
familiares que nunca has visto.
Extraña ver el ser que fuiste
en los brazos de un padre
joven, fuerte, ajeno.
Tras las fotografías,
la memoria se habita
de días lejanos.
Y aunque a estas alturas
ya sabes que el tiempo
‑impetuoso, justo,
cristalizándote los huesos-
tiene sus sílabas contadas,
necesitas ser de nuevo aquella niña.
Dejadme que intente descubrir
en su mirada única
un aire de familia,
una niñez con perfume de juegos
que salga de los posos del ayer,
un rastro de mí misma
que me haga creer
que todavía estoy a salvo. En casa.
Herme Donis
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