Demoro todo lo que puedo el acto de escribir.
Llega, no obstante, el momento
(una fuerza oscura me empuja)
de someterme a la tortura.
Entonces, una inexplicable cosa sucede:
de la tortura saco un goce, un cierto placer,
pero sin que éste deje de ser al mismo tiempo un sufrimiento.
Es, por lo tanto, un acto masoquista.
Ahora bien, es el único acto que me justifica
totalmente como el que soy
y posiblemente sea un acto inscrito
dentro de la más ciega fatalidad.
Es decir, no susceptible de renuncia.
El duque de Portland sale a la calle
Juan Perucho
Gracias amigos de Itaca
2 comentarios:
"...Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí,como antes le preguntó a otras personas. Envía sus versos a las revistas literarias, los compara con otros versos, y siente inquietud cuando ciertas redacciones rechazan sus ensayos poéticos. Pues bién-ya que me permite darle un consejo- he de rogarle que renuncie a todo eso. Está usted mirando hacia fuera, y precisamente esto es lo que ahora no debería hacer. Nadie le puede aconsejar ni ayudar. Nadie... No hay más que un solo remedio:adéntrese en sí mismo. Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si ese móvil extiende sus raices en lo más hondo de su alma. Y, procediendo a su propia confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no le fuera permitido escribir. Ante todo esto:pregúntese en la hora mas callada de su noche:"¿Debo yo escribir?". vaya cavando y ahondando, en busca de una respuesta profunda. Y si es afirmativa, si usted puede ir al encuentro de tan seria pregunta con un "Si debo" firme y sencillo, entonces conforme a esta necesidad, erija el edificio de su vida".
CARTAS A UN JOVEN POETA
Rainer María Rilke
Lo tengo a Rilke. Gracias por tus aportes Eva.
¡Maravilloso!
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