Este día tan lleno de niñez,
las cápsulas verdes de los eucaliptos
en el suelo, entre hojas.
El buen aroma frío y viejo trae
de la mano, consigo,
los paseos al sol y por un parque
en un abril de viento.
Por mirar la vereda así y oír el ruido
de las hojas, arriba;
por recoger las cápsulas y aspirar hasta el alma
su antiguo olor, se puede,
a veces, sí, se puede
abrir puertas cerradas hacía días remotos;
las mañanas del sol y un aire limpio, fino,
los bancos de madera por el borde del parque,
las veredas desiertas,
un viento decidido contra la cara, frío,
y en la mano, tibieza de la mano materna.
2 comentarios:
"... y en la mano, tibieza de la mano materna"
Pasan los años y aún podemos sentir esa tibieza, nuestros hijos sentirán la nuestra, y así generación trs generación, esos son los lazos que unen, esas sensaciones únicas e imborrables.
eva
Beatriz:
La entrada es bellísima, el poema de Circe Maia y el cuadro de Hockney rozan la plenitud de la belleza.
Saludos,
Cecilio
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