a qué rostro se encuentra destinada
cada una; trabaja sin mirada,
no las quiere mirar, mientras no acabe.
El que vende las máscaras ignora
su precio verdadero; sólo sabe
que mientras más costosas es más grave
el secreto a ocultar, la tez traidora.
El que compra las máscaras no piensa
en el lúdico susto, ni en la forma,
ni siquiera en el precio y la medida.
Compra una máscara y otra y otra: inmensa
colección que la vida le transforma
en una y otra y otra y otra y otra vida.
Alexis Díaz-Pimienta
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