He encontrado en las páginas primeras
de la mañana, por sorpresa, el hilo
de la memoria, el esquivo poema
que contiene la vida. Es muy temprano.
Estamos en septiembre, queda poco
para decir adiós a todo esto
hasta el año que viene.
Hace días que llueve mansamente
sobre el mundo, hay un cazo de leche
y un presagio que humea en la cocina de carbón
como una despedida. Qué pronto pasa un año.
La abuela corta el pan en rebanadas
todas iguales, como si fuera un dios,
y me mira muy hondo cuando dice:
e cedo, negra sombra, ¿ti nunca tes acougo?
No sé qué contestar, todo es confuso.
Tengo muy pocos años –me supongo–
y hay cosas que no entiendo todavía.
Le pido que me explique las razones del frío
o cómo puede ser que aquel muchacho
llegara a presentir, siempre callado,
lo que iba a ser la vida después de algunos años,
lo que iba a estar haciendo en esta tarde
sin nadie: devanar la madeja de los días,
volver la vista atrás, tirar del hilo.
Alfredo Buxán
Victor Gilbert