No era por azar que el tiempo
transcurría desde entonces
más despacio: nos daba tanta pena
ver llover cada domingo
y mirábamos pasar la vida
que pasaba.
A menudo era suficiente.
Pero otras tardes la soledad,
aquella perra gris y coja,
mordía nuestros brazos
con ahínco, guardaba la casa
de todo lo perverso.
Y nos hacía llorar.
Luis Miguel Rabanal
Del blog de Javier
Foto: Linda Reynolds
3 comentarios:
Un beso, con muchísimo cariño.
Querida Beatriz.
Muy querida.
Que tengas una feliz semana.
Y siempre gracias, por tanto ...
Siempre los domingos...
eva
Gracias Rosa, tu blog también me nutre.
¡Eva! leí todos tus comentarios, fueron 10. Te extrañaba.
Un abrazo a las dos.
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