Fatigado de la miseria
en la ciudad
el hombre volvió al campo
a la casa solariega
de la que partió
su padre
El hombre se llama Miguel
el mismo nombre de su abuelo
su misma necesidad
idéntica determinación
ante la intemperie del tiempo
en la casa familiar en ruinas
reparará la techumbre
ventilará las alcobas
avivará la lumbre
limpiará el desván
apilará el heno en el pajar
plantará árboles frutales
aprenderá a diferenciar el almendro del cerezo
roturará las tierras yermas
llenará de animales el establo
gallinas vacas cerdos
horneará pan en el molino
compartirá un vino en la taberna al acabar la faena,
acudirá a la ciudad
al entierro de su padre
junto a su esposa,
y al hijo del nieto de Miguel
en la pila bautismal
de la iglesia del pueblo
-por tradición en el fondo y en las formas-
Lo llamarán como a su abuelo Juan.
Cuando el padre acuna al hijo
Sabe que su vástago
lo dejará solo
marchará como su abuelo a la ciudad.
Los dioses griegos
hace más de dos mil años
vaticinaron
que ni Miguel ni Juan
acumularían riquezas
que todos los recodos
del camino
conducen al mismo lugar
reproducen siempre
las mismas miserables miserias.
Javier Solé
Pintura: Arthur Wesley Dow
Gracias Javier