El niño que fui se asoma furtivo
desde mis ojos al rincón del paisaje.
Entre la dureza austera de los edificios
y la amplia sonrisa colorida de las ventanas
aquel rincón que queda del paisaje
pertenece intacto al niño que fui entonces
y el niño que fui entonces desciende
alborozado de mis ojos, se desliza
entre los juncos, tira piedras a las lagartijas
y salta sobre viejas hojas de zinc
herrumbroso, en un escenario perfecto de girasoles
antiguos. Salgo entonces de allí
y el niño que fui regresa extenuado
y se duerme a la sombra de mis ojos.
Rui Knopfli
Doisneau
3 comentarios:
¡Qué tierno, Beariz!
Abrazos
Ay, Beatriz, qué bello.
Me encanta ese verso final.
Y la música.
Gracias.
Un beso, querida Beatriz.
¡Bello! ¿verdad?
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