Si yo me muero antes te dejo de fortuna
que sientas en tu cuerpo a cada instante
el terroso lamido de mi ausencia.
Si mueres antes tú, heredaré la casa,
tu navaja y el paisaje encendido,
socavando la noche tu perfil oxidado
sobre el falso metal de su moneda.
Sería conveniente, según están las cosas,
arruinar nuestra sangre una mañana,
dejar que el albacea reconquiste
lo que ahora florece con saliva prohibida
en el cajón inaccesible de lo oscuro,
que le ardan sus manos y le escuezan sus ojos
al revender al peso los libros y la ropa,
al descubrir mis rosas y desdoblar tus cartas,
los cilicios de gozo y la lengua de seda,
el carbón de tu ingle y mi olfato guerrero.
Desdibujado por la niebla más honda
nunca descubrirá con su olfato de plata
el animal deseo que te tuve por vida.
Hilario Barrero
4 comentarios:
Un beso muy grande.
Y una delicia leer lo que nos dejas.
Nunca te olvido, querida Beatriz.
Muchas gracias por todo y por tu amor a la poesía.
Gracias Rosa. También te leo aunque entre viajes, hijos y nietos me ha faltado el tiempo para el blog.
Un beso
Hilario, querido amigo. Un privilegio haber encontrado tu poesía. De ella me nutro día a día.
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