Atardece. Es hora de lo inmóvil
Son mis últimos días.
Poco importa si son días, meses, años.
Desconocía esta emoción del tiempo,
este apego a las tardes que se van
o el temblor que recuerda una partida
en cada encuentro.
Sin embargo,el amor que sustenta mis ojos
se deleita todavía en todo lo que toco:
mi mesa, mi ventanal,
libros que no envejecieron,
tu nombre que todo lo enciende.
La fe que me sostiene en el deslumbramiento.
SANTIAGO KOVADLOF