Embriagada paloma era mi corazón.
Nacían y morían mariposas de fuego en mi sueño.
También el mundo moría en cada instante en mi pecho.
Y tenía un fiador: Dios.
¡Además, tenía veinte años, Señor!
Vamos a encontrar una sonrisa, cueste lo que cueste
para aquellos veinte años
que guardaban flores entre los libros...
y besaban el aire, y amaban los heliotropos y los lirios,
y creían a los hombres de una bondad celeste.
Vamos a rezar por ellos, muerto sin culpa.
Voy a pedirle permiso a la vida.
Juana de Ibarbourou
Cuadro: Courbet
3 comentarios:
TIENES UN PREMIO EN MI CASA...
precioso precioso. gracias Beatriz
¡Pídele permiso a la vida!...
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