el partir nunca es un acto solitario;
cuando la sombra del viajero
se mece en la luna de otros lares,
va con él la dispersa memoria
de aquello que dejó en su camino,
un amor de furia de los mares,
el surcado rostro de la madre ausente,
dos o tres promesas que no se cumplieron,
y en el recuerdo, el mar, el viento, las montañas.
el partir nunca es un acto solitario;
le sigue a su partida el viento inexorable,
el recuerdo de aquel difuso bar
donde entre dimes y diretes se bebe a sorbo
el brebaje incierto del desamparo,
el aroma de los pinos de la plaza principal,
la imagen del orgulloso Dorotea
y la lancha que ingresa a la bahía.
el partir nunca es un acto solitario;
se parte, es cierto que se parte,
pero también se queda,
se queda en la retina de los que no partieron,
en las calles tantas veces recorridas,
en la impaciente espera de los viejos afectos,
en las sigilosas estanterías de los recuerdos.
el partir nunca es un acto solitario;
Foto: J. Benavente
3 comentarios:
¡Bien, Hugo! ¡Qué dupla con J. Benavente! Acertada combinación, Beatriz. Un siete para los tres.
gracias beatríz y matías y j. benavente. un gran abrazo
hugo
..."El partir no es un acto solitario..."
¡Cierto!
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