"¿Como contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí el libro en la mano. Creo que no dije nada. Cogí el libro. No, no partí saltando como siempre.
Me fui caminando muy despacio.
Sé que sostenía el grueso libro con las dos manos, apretándolo contra el pecho.
Poco importa también cuánto tardé en llegar a casa.
Tenía el pecho caliente, el corazón pensativo.
Al llegar a casa no empecé a leer.
Al llegar a casa no empecé a leer.
Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo.
Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes.
Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad.
Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina.
Era como si yo lo presintiera.
¡Cuánto me demoré!
Vivía en el aire... había en mí orgullo y pudor.
Yo era una reina delicada.
A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis purísimo."
Clarice Lispector
Cuadro: Zhao Kailin
6 comentarios:
Hola:
Muy buen cuento, sobre el placer de leer.
El cuadro también es hermoso,bello el conjunto.
Saludos
Querida Beatriz; Bellísmas las últimas entradas. Realmente es un bálsamo este blog tuyo. Trasmites tanto amor por lo que pones, que me emociono siempre. Besos y abrazos
Gracias Ulysses, se nota que te gusta la buena literatura, tu blog así lo demuestra.
Pamela: extrañaba tus visitas. Un abrazo y gracias por tus palabras.
Oh, qué bellos el texto y la imagen.
Me encanta venir a leer y observar aquí.
Un abrazo.
Tú sabes que amo a la Lispector, por ella es mi seudónimo. Este cuento es hermoso.
Lindo compartir los mismos sentires.
La imagen es linda.
Abrazos.
LO que te iba diciendo...
Aparece como mágica esta entrada en nuestra conversación. En tu bitácora intemporal me gustaría dejar constancia que hoy, 21 de octubre de 2011, sentí escalofríos ante la complicidad que mantenemos, que seguro con tantas personas mantendremos...Así sumas tantas visitas y juntas tantos amigos.
Un abrazo grande, Beatriz. Gracias siempre.
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