Cruzas por el crepúsculo.
El aire tienes que separarlo
casi con las manos
de tan denso,
de tan impenetrable.
Andas.
No dejan huellas tus pies.
Cientos de árboles
contienen el aliento
sobre tu cabeza.
Un pájaro no sabe que estás allí,
y lanza su silbido largo
al otro lado del paisaje.
El mundo cambia de color:
es como el eco del mundo.
Eco distante
que tú estremeces,
traspasando las últimas fronteras
de la tarde.
El aire tienes que separarlo
casi con las manos
de tan denso,
de tan impenetrable.
Andas.
No dejan huellas tus pies.
Cientos de árboles
contienen el aliento
sobre tu cabeza.
Un pájaro no sabe que estás allí,
y lanza su silbido largo
al otro lado del paisaje.
El mundo cambia de color:
es como el eco del mundo.
Eco distante
que tú estremeces,
traspasando las últimas fronteras
de la tarde.
Angel González
Pintura: Xie Chuyu
4 comentarios:
Cuánta magia poseen los bosques...
¡Cuánto misterio sugieren!
La luz de las "últimas fronteras de la tarde" queda únicamente desvelada en su pìel.
Me encantó esta entrada. Tan de otoño.
Un abrazo, Beatriz!!
Calmate PACHITAMAMITA querida que esta amiga quiere pasear por el bosque tranquilita y solo escuchar el sonido de los pàjaros.
Preciosa entrada amiga, me trajo mucha calma
Cruzar por el crepúsculo cuando el mundo cambia de color...
Este poema (como todos) hay que leerlo lentamente, imaginándose ese bosque, ese especial momento de la tarde...
A mí también me ha traído calma Pamela y sí... es tan de otoño ya como lo ha notado Ana.
Ana María: eso mismo es lo que quiero querida amiga.
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