Alma, no me digas nada
que para tu voz dormida
ya está mi puerta cerrada.
Una lámpara encendida
esperó toda la vida
tu llegada.
Hoy la hallarás extinguida.
Los fríos de la otoñada
penetraron por la herida
de la ventana entornada.
Mi lámpara estremecida
dio una inmensa llamarada
Hoy la hallarás extinguida.
Alma, no me digas nada
que para tu voz dormida
ya está mi puerta cerrada.
que para tu voz dormida
ya está mi puerta cerrada.
Una lámpara encendida
esperó toda la vida
tu llegada.
Hoy la hallarás extinguida.
Los fríos de la otoñada
penetraron por la herida
de la ventana entornada.
Mi lámpara estremecida
dio una inmensa llamarada
Hoy la hallarás extinguida.
Alma, no me digas nada
que para tu voz dormida
ya está mi puerta cerrada.
Juan Guzmán Cruchaga
Pintura: Juliana Kolesova
4 comentarios:
¿Y no dan ganas de apagar la lámpara en ocasiones?
Es curioso pero la belleza de este poema me alimenta la esperanza; el efecto contrario.
Aún miro el cuadro...y lo miro y lo miro...
Un abrazo grande, Beatriz.
Tantos poemas que me regalas y que me siento identificada. Suspiro.
Abrazos linda.
Gracias por tanta poesía
Gracias Ana, Clarice y Ana María por compartir mis elecciones en poesía.
A las dos amigas Ana que se toman la molestia de comentar todas mis entradas, me alientan a seguir, a veces pienso que ya está bueno, llego hasta aquí y regreso a la lectura.
Un abrazo grande
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