La relectura implica una dosis, pequeña o grande, de nostalgia. Los escritores y los lectores avezados sugieren que al releer un libro, un ensayo o un poema, el mensaje cala distinto. Entra por otras partes y toca sitios desconocidos. Tienen razón: el texto es el mismo, pero quien lee ha cambiado; quien lee bajo la luz (o la oscuridad) de otro tiempo, escruta diferente.
El paso de los años modifica a la persona. La mirada y el sitio de lectura son otros, son distintos. A través de los resquicios del tiempo la nostalgia se filtra y transforma la experiencia de la lectura. No la hace más viva ni mejor. La integra a la vida. Testigos mudos de las diferencias entre lectura y relectura son los libros subrayados o que llevan notas al margen. Las palabras y las ideas no se modifican; cambian el acento de la mirada, los tonos de los lápices y la profundidad de la nostalgia.
Pintura:Ирина Гриненко
3 comentarios:
Estoy completamente de acuerdo y siento algo, miedo de releer según que obras...
La luz de la foto es una caricia delicada, magnífica.
A mi me agradan las relecturas, sólo que hay algunos libros que prefiero ni abrir para no llorar.
Excelente fotografía; hace muy buena compañía al texto, si me gusta releer esos libros favoritos...
Qué una nunca olvida,, olvidarlos
sería ver morir con sus páginas cada uno de mis sueños.
Un abrazo.
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