viernes, 15 de julio de 2011

El grito en el cielo


Me dicen
que respete las leyes,
la Constitución del Estado,
los reglamentos,
las costumbres establecidas.

No puedo acatar nada,
soy una hoja,
nada tengo que hacer con esas flores,
por ese anchuroso lado
sobro de pie a cabeza.

Me cuentan al oído
historias edificantes
de oficiales pundonorosos
y funcionarios de carrera;
pero yo soy un pájaro perdido
no tengo medallas,
no estoy obligado a nada.

Me crié en la espesura,
vengo de la hojarasca
y, ay Dios, si yo pudiera,
al retornar a tierra
recobrar mis instintos:
comerme al hombre quiero,
al hombre con corbata,
con bisagra,
con plancha,
comerme al hombre quiero.

Me miro en lo que soy,
entre real, a veces, o hipotético;
me palpo con los ojos
y me descubro sobrevivido,
me pesa sobre los hombros
el traje de diablofuerte.

Con ojos inmisericordes
me contemplo:
me condeno a mí mismo
por mi carencia de afirmación y desafío,
por mi impasible cara de palo.
Difícilmente encuentro
razones que me justifiquen.

Apretando los dientes me pregunto
¿quién te da el pan, poeta,
si tú no lo sustraes
destripándote a tí mismo
—asesino evidente—,
rasguñando día y noche
empecinado y mañoso
sobre una costra dura?

Me vienen ganas incontenibles
de incendiar la oficina,
echar al diablo tanta papelería inútil,
números, oficios, fichas
horarios y estadísticas
sin pasión ni rocío.

Tanto fórmula estricta
y tanto timbre,
y para arriba y para abajo
tanto usía,
y por las orillas
ningún arranque de la sangre,
ningún beso salvaje,
ningún trino.

Entre tanto
la Secretaria al frente,
perfumada y alada:
boca, nariz, garganta,
pestañas como alamedas.
Qué hace tu sangre antártica, entonces,
bestia domesticada,
qué hace tu diente carnicero,
perro de presa.

Tránsito suspendido,
subió la leche,
no hay carne en ninguna parte,
escondieron el té;
debes pagar impuestos,
te queda un saldo en contra,
debes siete botellas,
viene la policía.

Irme saltando muros
como escapado de la cárcel,
correr con el corazón fuera del pecho
hasta los propios límites del mundo,
hundirme en la soledad,
perderme en el vacío.

Háblenme de la ley escrita,
del estatuto orgánico,
de la educación, señores;
El buen comportamiento
y las buenas maneras.

Qué tiene que ver con esas plumas
un buscador de miel como yo,
un picaflor, a penas,
que con el aire puro se emborracha.

Un día nací, es cierto,
pero nací llorando
y tan evidente disconformidad
afirma mi derecho
a contrariar los códigos impuestos,
a defender como una fiera
mis deleitosos defectos:
únicas conexiones
que tienen sabor a vida.

No me hagan marchar en fila,

déjenme sobre un cerro

para que el sol, la lluvia,

los pájaros, el viento,

el alba y las estrellas

me acaricien.


Juvencio Valle

Pintura: Blair

3 comentarios:

Ana dijo...

Estoy en vacaciones pero...

"Irme saltando muros
como escapado de la cárcel,
correr con el corazón fuera del pecho
hasta los propios límites del mundo,
hundirme en la soledad"
.-.-.-
"No me hagan marchar en fila,déjenme sobre un cerro para que el sol, la lluvia,los pájaros, el viento,el alba y las estrellasme acaricien."

Clarissa Rodriguez dijo...

Juvencio Valle y su alma vegetal.
Tengo entendido que este poema se llama "El grito" de su libro "Estación al Atardecer"
Su poesía es como el mismo la describe:
"La poesía es libre como el rayo,
incorruptible como el oro;
hace llorar a veces como una cebolla abierta
o es difícil de mascar como el pan duro;
ningún extraño le entierra el diente,
no admite lazos ajenos en su cintura,
anillos frívolos en sus dedos....


Cariños prima, que tengas un hermosos y abrigado finde!

Beatrice dijo...

Juvencio Valle 1900-1999 su verdadero nombre era Gilberto Concha Riffo nació en Villa Almagro, cerca de Nueva Imperial en la Araucanía.
Fué amigo de Neruda en el liceo de Temuco quien lo bautizó como Juvencio Silencio.
Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1966.
Fue Director de la Biblioteca Nacional en Santiago y allí escribió este bello poema que incita a dejarlo todo y volver a las raíces..."mi vida hecha a pie es un himno al sur de Chile"


Gracias amigas mías, Ana en el sol y Clarissa en la lluvia.

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