El pediría
en caso de divorcio
la mitad
de todo
dijo él.
Medio sofá
medio televisor
media casa de campo
medio kilo de mantequilla
medio hijo.
El piso era de él
dijo él
porque estaba a su nombre.
El caso era
que la amaba.
Ella amaba a otro
cuya esposa iba a pedir
la mitad de todo.
Lo ponía en la ley de matrimonio.
Era tan evidente como
que dos y dos son cuatro.
El abogado dijo
que era correcto.
Ella destruyó la mitad
de todo
y rasgó la declaración de impuestos en trocitos.
Después se fue
al Hogar de la Mujer de la calle Jagtvej
con medio hijo.
Se burlaban del niño en la escuela
porque sólo tenía
una oreja.
Por lo demás la vida también
se podía aguantar así,
ya que no podía ser
de otra manera.
Tove Ditlevsen
3 comentarios:
Las madres amasan mazapán para componer orejas a sus niños redondos y completos...
Y ¿cuál mitad habrá destruído ella?
Hay que recomponer los pedacitos en que se rompió el alma.
¿Servirá el mazapán?
En los hogares sin amor se rompen despacito las almas y un día uno ya no tiene ni sombra.
Las madres y los padres después de meditar buscarán el mal menor, nunca pretendieron destruír, todos quieren lo mejor para sus hijos; a mi me enseñaron a ser transparente a vivir una vida para los demás y eso no puede ser positivo para nadie.
Estoy segura de que los niños lo pasan mal pero es ahí donde los padres muestran cuál es su valía, la angustia que viven duele a los hijos, les hiere.
No sirve el mazapán sin palabras, ni siquiera "las orejas" sirven sin ellas.
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