Mi abuelo no salió de su pueblo.
El pueblo tenía cuatro casas,
cuatro calles, cuatro caminos,
cuatro vecinos, cuatro perros.
No había en él ni obispos, ni ministros,
ni putas, ni altos cargos,
no había empresas, ni banca, ni iglesia había.
En realidad no salió nunca de su molino.
Ya es casualidad que por aquel lugar,
remoto y olvidado,
acertara a pasar la vida.
Mi abuelo hablaba poco, pero sabía mucho,
todo lo aprendió mirando la muela
que, implacable, con el mismo eterno movimiento,
machacaba siempre el grano, hasta hacerlo polvo.
Begoña Abad en el blog de AntónEl pueblo tenía cuatro casas,
cuatro calles, cuatro caminos,
cuatro vecinos, cuatro perros.
No había en él ni obispos, ni ministros,
ni putas, ni altos cargos,
no había empresas, ni banca, ni iglesia había.
En realidad no salió nunca de su molino.
Ya es casualidad que por aquel lugar,
remoto y olvidado,
acertara a pasar la vida.
Mi abuelo hablaba poco, pero sabía mucho,
todo lo aprendió mirando la muela
que, implacable, con el mismo eterno movimiento,
machacaba siempre el grano, hasta hacerlo polvo.
Pintura: Jaggu Prasad
12 comentarios:
Estás hablando de mi abuelo? aquel asturiano que con tres años llegó al pueblito perdido en la llanura pampeana llamado Arenaza? me lo pareció.
Pues sí Marcelo, si a ti te parece, también hablo del mío, del que no salió de Teis y de tantos otros...
Un abrazo
Lo pusiste Beatriz, es hermoso este poema, muy hermoso.
eva
Beatriz:
Igual que la muela del molino del abuelo del poema, la vida, esa bella y cruel realidad que acierta a pasar por todos los lugares, por remotos que sean, nos va moliendo, poco a poco, hasta regresarnos al polvo de nuestro origen. ¡Y seremos polvo, por mucho que el amor lo toque con su magia!
Saludos,
Cecilio
Beatriz, misterios de las ciencias, acabo de descubrir que como “anónimo” si puedo poner mis comentarios en tu blog. Pero identificándome, como hacía hasta ayer, no es posible. ¡No importa!, también se puede vivir en el anonimato.
Yo tuve, como todo el mundo, dos abuelos, pero las vivencias del abuelo solo fueron con uno, el padre de mi madre, que me enseñó los nombres de los pájaros.
Un abrazo,
Cecilio
Si Eva, es hermoso, me trae tantos recuerdos.
De acuerdo Cecilio...seremos polvo, "mas polvo enamorado"
Bienvenido Cecilio, aunque anónimo, tus comentarios enriquecen este blog.
Ese abuelo que te enseñó el nombre de los pájaros, debió haber sido un poeta.
Un abrazo
Emocionante una vez más.
"El nombre de los pájaros"
Tus amigos enriquecen esta entrada, todos.
Mi abuelo también fue un personaje, algunas veces me pregunto qué pensaría sobre tantas cosas que quisiera decirle...
Así es Ana y tú estás entre ellos, enriqueciendo cada entrada con tus comentarios.
¿hasta que edad tuviste ese abuelo?
Yo tuve a uno de los míos hasta los 21. Se llamaba Ricardo.
Hasta los 17. Se llamaba Ángel.
Era gente que no viajaba pero lo hacìa interiormente con abundante equipaje espiritual
Se parece a la canción de Serrat, la del pueblo blanco...
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