Pesaban el cuerpo unos minutos antes de morir.
Pesaban el mismo cuerpo unos minutos después de morir.
Una simple sustracción matemática
debía indicarles el peso del alma.
Pienso en ello, ahora,
mientras sostengo el libro nuevo entre las manos,
las palabras todavía untuosas
como las plumas de un pájaro recién nacido.
Y me pregunto si, una vez leído,
también pesará menos.
Como un cuerpo cuando pierde el alma.
Pesaban el mismo cuerpo unos minutos después de morir.
Una simple sustracción matemática
debía indicarles el peso del alma.
Pienso en ello, ahora,
mientras sostengo el libro nuevo entre las manos,
las palabras todavía untuosas
como las plumas de un pájaro recién nacido.
Y me pregunto si, una vez leído,
también pesará menos.
Como un cuerpo cuando pierde el alma.
Gemma Gorga
Pintura: Isabel Guerra
6 comentarios:
En cuanto al peso del alma, esos 21 gramos, habria mucho que discutir, pero si tengo que decirte, Beatriz, que yo, cuando acabo de leer un libro, tengo la sensacion de que pesa menos, y soy yo la que pesa mas. Será una tonteria, por supuesto, pero asi lo siento.
Qué bien lo narra el poema!!!
Un saludo,
eva
Así lo siento, que extraje su contenido, tal y como la carcasa del insecto que devora la araña.
El alma de los libros, que se libera una vez leído el libro.
Hermosa idea.
Abrazo amiga
No .Porque el libro sigue viviendo para otros lectores y para uno mismo tal vez.
Opino como Ana María, sigue teniendo el alma para otras lecturas.
los libros nunca pierden su alma, como seria eso posible?
eva
Publicar un comentario