Los presagios del nogal
aún no se descifran
y los pasos que regresan
siempre son los conocidos.
Nadie ha muerto aún en esta casa.
Lo piensan las pesadas cabezas de las rosas
donde el ocioso rocío se columpia
mientras el gusano se enrosca amenazante
en las estériles garras de las viñas.
Nadie ha muerto aún en esta casa.
Ninguna mano busca una mano ausente.
El fuego aún no añora a quien cuidó encenderlo.
La noche no ha cobrado sus poderes.
Nadie ha muerto pero todos han muerto.
Rostros desconocidos se asoman a los espejos
otros conducen hacia otros pueblos nuestros coches.
Yo miro un huerto cuyos frutos recuerdo.
Sólo se oyen pasos habituales.
El fuego enseña a los niños su lenguaje
el rocío se divierte columpiándose en las rosas.
Nadie ha muerto aún en esta casa.
Teillier
Pintura:Paroshin
8 comentarios:
Gracias por este de Teillier, amiga.
Es tremendo este poema. Se me había escapado. Lo leo y lo vuelvo a leer y le hallo tantos significados.
Me da ternura, me da miedo...
Un abrazo,Ana.
Excelente poema, tambien me da miedo y ternura, gracias amiga.
Un abrazo
Hola Francisco: ya he subido 71 poemas de Teillier y hay más.
¡Feliz semana!
Sí, miedo, amiga. Eso se siente, pero al miedo hay que verle la cara.
Algunas veces no puedo evitar pensar en nuestros familiares mayores. Hablaban de sus hermanos, padres, abuelos; de sus casas, las que un día habitaron todos juntos.
El sol salía para ellos entonces y sin haber nacido nosotras aún, ya debieron sentir lo que tan bien resume Teillier en su poema.
Puedo recordar tantas historias, amiga, que ni sé si convenga tanta memoria.
Me sucede lo mismo Ana. Yo escuchaba historias de la casa de Galicia, esa que tú me has traído de vuelta, mi madre contaba historias de sus abuelos, como al morir el abuelo de ella, se apagó la vela en el piso de abajo y su abuela corrió a ver al marido postrado en cama en el piso superior, pero ella ya sabía que había muerto. Y así muchas historias hasta de meigas. Eran casas centenarias con historia en sus huertos, en sus paredes, en el aire. Un abrazo amiga.
Ana parece impresionada con esos relatos antiguos como yo.
Antes la gente era tán vívida para añorar a los suyos.
No solo a los que morían ,sino a los ausentes en el espacio ,a los que habìan crecido.
Ahora la gente viaja mucho y relata lugares en el espacio.
Antes quizás no viajaban o viajaban una sola vez (para emigrar de su suelo natal) pero sus viajes eran dentro de sus lugares interiores del afecto.
Recuerdo ,de adolescente ,mis horas pasadas en el fondo de la segunda casa en que habité en PARANA.
Los fondos lindaban ,con un pequeño cerco ,con la casa de unas señoritas ancianas.
Horas y horas me gustaba escuchar el relato de como eran sus trabajos ,sus familias ,sus amores y deseos juveniles .Como era la ciudad cuando ésto sucedía.
EVIDENTEMENTE todo eso se ha perdido.
A veces en esta ciudad, tremendamente abrumadora por lo grande ,la gente como mendicantes ruega por un poco de recuerdo.
Esa oración final, Ana María, es un verdadero poema:
"A veces en esta ciudad, tremendamente abrumadora por lo grande ,la gente como mendicantes ruega por un poco de recuerdo."
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