La asistente entró en el cuarto
cuando se fueron los huéspedes
y comtempló la cama deshecha:
el desaliño de las sábanas revueltas
evidenciaba el paso del amor
que siempre es desorden e impaciencia.
En la almohada doblada
una cabeza había dejado
algunos hilos de cabello
y una concavidad de concha marina.
Abrió las ventanas.
El viento de la mañana
venido de los bosques
y las montañas borró los vestigios
de una noche condenada al olvido,
como cada noche que un hombre y una mujer
se acuestan en el lecho extranjero
que tiene siempre algo de nupcial
y de batalla perdida
Lêdo Ivo
Neal Driver
Gracias Ababol
5 comentarios:
siempre pensé en esa persona que llega después de la pareja, a arreglar sus desarreglos y comprueba ciertas señales inequívocas del amor o el sexo. Pero no sé si el olvido es un invitado tan puntual.
Buenos días, coincido con Marcelo. Lo podemos mirar como el papel de envolver un regalo. Besos
"...que tiene siempre algo de nupcial y de batalla perdida"
Será por eso que nos entregamos a ese amor con más pasión? Será por eso ese sabor agridulce en la calma después de la pasión? Será por eso ese ansia de retener ese cuerpo sudoroso que sabes que, inevitablemente, se alejará?
Será por eso ese volver la cabeza y esconder la cara para que no se vea la lágrima que brota de los ojos? Será por eso esa desagradable sensación de vacio?
eva
es que en "lecho extranjero" es mejor olvidar esas noches...
A veces un regalo, las más de las veces, una pérdida.
Muy interesante el blog de Ababol.
eva
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